22 de septiembre de 2013

Lágrimas y agua pasada.

A veces no podemos evitar recordar cómo se abrieron esas heridas que tanto nos han hecho daño, que tanto nos han hecho perder y que tan ciegos nos tenían, a veces no podemos evitar pensar en cómo pudimos llegar a ese estado tan lamentable, tan decadente, tan lúgubre, y llega el día de hoy, después de tantos días sumergidos en rutina, tantas cosas pasadas a cámara rápida, tantas noches bañadas en alcohol y aún así no podemos evitar las lágrimas cuando vuelve a caer esa fecha, ese mes, ese día exacto en el que nos rompieron el corazón en mil pedazos, asegurándose de que luego, a la hora de intentar pegar nuestro corazón y nuestro cariño rotos, no podamos volver a ser los mismos, no podamos volver a disfrutar de la vida y no podamos volver a dar todo de nosotros mismos.

Y, tal vez nos lo hayamos merecido, o tal vez no, pero al fin y al cabo si una cosa nos ha llegado hasta el fondo de nuestro ser, de nuestra mente, de nuestro corazón hasta tal punto de sentirnos todos y cada uno de los días que pasamos con esa persona felices, sin necesitar nada más, nos mata, nos silencia, a algunos para un tiempo temporal, a otros, para siempre.

Y en ese momento en el que el agua pasada se convierte en lágrimas, nos damos cuenta de que esa persona te ha marcado para siempre, por mucho daño que haya habido de por medio, por muchas lágrimas y dolor que hayan brotado, esos sentimientos van a seguir ahí, aunque estén ocultos y que por más vida que se intente hacer, siempre añoraremos su forma de ser, su forma de tratarnos, ese cariño que tanto nos marcó y ese último ''adiós'' sin sentido para nosotros y tan cargado de odio para ellos que nunca volverá a retornar en un ''hola''.
Y no todo suena a oscuridad, no todo es malo, estas experiencias hacen enriquecernos, hace crecernos cada día, por mucho que al principio nos hayamos sentido desolados, deprimidos, tristes, y rozar el extremo de la cobarde rendición, ahora, aunque ese día lloremos, aunque ese día queramos estar solos con nuestros recuerdos, siempre al recordar, sonreiremos, sonreiremos a lo que tenemos ahora, a que gracias al tiempo hemos sabido aceptar lo que ocurrió y hemos podido hacer florecer algo nuevo, algo que, tal vez, no de primeras, pero con el tiempo pueda volver a hacernos sentir tan plenos, tan felices y por fin, olvidarnos de todos los problemas y sonreirle a la vida como un tiempo hicimos, a aprender de las personas que tenemos alrededor y de las nuevas que tengan que presentarse en nuestro camino, porque no sirve de nada encerrarse en el pasado y vivir solo con una ilusión, con unos recuerdos que aunque nos hagan sentirnos como al principio de todo, sean solo recuerdos, total, solo son lágrimas que pasarán a ser agua pasada.


Laura Rivas Alvarez.