2 de mayo de 2013

Orca de lágrimas.

Empiezan los problemas y las cosas se complican,
cada vez la salida queda más taponada y la luz no puede entrar,
un nudo se va formando en mi garganta y no lo puedo soltar.
Me hundo en la desesperación de que tal vez, hace mucho tiempo, no me pasa nada bueno,
que las personas pasan y no se paran a mirar ni a preocuparse.
¿Cuándo he sido yo así, tan sensible y lastimosa, tan dependiente de lo que pase en el exterior?
La vida me ha ablandado con los golpes y a llegado hasta tal punto de tener los nervios a flor de piel,
de que al más mínimo contacto con algo malo, una desgracia, un mal deseo, las lágrimas se apoderan de mi.
No son lágrimas de un berrinche de niña pequeña,
no son lágrimas por una discusión o un conflicto,
son lágrimas con verdadero dolor, un dolor que cada vez hace que yo agonice más entre mis sentimientos.
Cada vez que vienen a mis ojos,
cuando emanan por mi lagrimal y hasta caer por mis mejillas,
no puedo dejar de sentir dolor,
no puedo quitarme ese nudo que me estrangula la garganta y me deja sin respiración,
no puedo dejar de preguntarme desde cuando llevo en este estado catártico,
no paro de retorcerme dentro de mi misma buscando mi yo anterior, ese yo tan alegre, tan jovial,
me siento tan envejecida por dentro, tan débil y frágil, tan sensible y triste que cada vez me cuesta más luchar.
Y mi sollozo constante aumenta y llega a su punto álgido cuando me viene a la mente esa pregunta que tanto tiempo lleva en mi cabeza...
''¿Cuándo parará esta tortura?'' Esta desdicha que ni sé cuando llegó a mi, ni sé por qué empezó.
Lo único que quiero es poder sonreír de verdad, no como ahora, ni como hace un tiempo, 
no una sonrisa forzada con lágrimas impidiendo su paso, 
sino que sea una sonrisa de oreja a oreja, una sonrisa de alegría vital, quiero que llegue por fin esa felicidad tan aclamada y deseada por mi mente.
Y no sé como vendrá ni que forma tendrá, ni que color o colores lucirá o que tamaño llevará, si será alguien, si será una mejor época, si será un cambio de aires...
Lo único que sé es que la espero con los brazos abiertos, sin temores ni rencores, solo para ser feliz.

  Laura Rivas Alvarez.